Siento morir el día sobre mis hombros,
percibo como mi garganta alberga el sabor de emociones que guardé,
y en mis sienes reposa el martilleo de esas ideas que no fueron.
Ahora mis entrañas buscan su acople,
anhelan ese disturbio candente con el que lo irrespetas.
Y, aún cuando mis párpados se rehúsen y quieran ignorar los gritos desesperados de la Venus que vive en mi interior,
mi ser está aquí, dispuesto a ti,
y ese peso en mis piernas es el que confirma que definitivamente no perecí con el día,
esa opresión en mi pecho es la que libera mis emociones,
ese lazo que me inmoviliza es también el que aquieta el martillo,
con tu avance, con tu ataque, es como renacen mis ideas,
es verdad, gano más cada vez que pierdo una batalla contigo.
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