La lectura y la escritura nos ayudan a la construcción social, pero también se les encuentra un significado. Hay un interrogante y es ¿qué ha significado para mí como maestro(a) aprender a leer y escribir?, ¿qué tipos de emociones han despertado en mí como persona? Según Clara Cuervo, esas emociones y experiencias están tejidas en el cuerpo, por tanto están presentes en el proceso de enseñanza de la lectura y escritura. Por lo tanto, volvemos afirmar que la lectura y la escritura no vienen por si solas, sino que se entretejen con respecto a nuestro cuerpo, tienen que ver también con la experiencia y estas experiencias son corporales por cuanto están constituidos los sentidos y la afectación que de alguna manera nos posibilita o nos impide que los estudiantes se animen a leer y escribir.
La autora nos propone también que respecto al cuerpo es indispensable su contexto, es decir, sus múltiples dimensiones: biológico, sensorial, emocional, social y cultural.
Los maestros somos generadores de sensaciones y de sentimientos, razón por la que después de muchos años, los que fueron estudiantes nuestros, nos pueden recordar con amor o con odio, con admiración o con desprecio, eso depende de las huellas que hayamos dejado marcadas en el camino de sus vidas.
El aprendizaje de la lectura y la escritura y las prácticas que subyacen a estos procesos generalmente dejan marcas significativas en la vida del ser humano, que pueden hacer del maestro un héroe o un villano.
“En quinto curso tuve una maestra que acostumbraba a llamarme holgazán delante de toda la clase. Siempre me escogía para leer delante de todos. Sabía que yo no era capaz de leer ni de hablar muy bien, y que cuando leo debo hacerlo muy lentamente. Todos se reían de mí y me trataban como un tonto. Odiaba la escuela. Desde aquel año nunca he sido capaz de leer en voz alta y aún hoy me asusta la idea de que la gente se ría de mí y me llame estúpido.”
Frente al fragmento anterior de la película: Escritores de libertad del director Richard LaGravenese, consideramos que la lectura en voz alta en el aula, debe ser abordada cuidadosamente por el maestro, porque puede ser generadora de encantos o de desencantos, razón por la que pensamos que cuando se trata de hacer procesos evaluativos sobre fluidez y entonación, ésta debe hacerse solamente frente al docente para evitar las posibles burlas por parte de los otros. Además destacamos que en ese encuentro personal, el profesor debe en primera instancia, resaltar los aciertos del estudiante y después hacer las correcciones y recomendaciones pertinentes, y no descalificar por los errores que pudieran tener nuestros estudiantes, razón por la que es conveniente que estas evaluaciones sean de tipo cualitativo y no cuantitativo.
Por otro lado, creemos que cuando los aspectos de forma han sido superados, la lectura en voz alta se convierte en un instrumento útil para enriquecer nuestras prácticas de enseñanza, pero más allá de eso, se convierte en una posibilidad para establecer vínculos afectivos con los demás y en una oportunidad para fortalecer las emociones y los sentidos que hacen de la lectura una actividad placentera.
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